...ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.
fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
lo que me daba placer ahora me da dolor
Y oigo una voz que dice sin razón, vos siempre cambiando ya no cambias más
y yo estoy cada vez más igual, ya no sé que hacer conmigo.
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué, ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí.
Y entre tantas falsedades,
muchas de mis mentiras ya son verdades...
¿Por qué será que la costumbre y la rutina nos aburre tanto a tal punto que nos deprime y deseamos el famoso cambio?.
Necesitamos distinguirnos del resto y a la vez sentirnos identificados con unos pocos. A veces llegamos a tal punto de sentir que nadie nos comprende sin embargo hay cosas que siempre
nos van a tranquilizar y hacer que nos sentamos identificados ante el mismo dolor. En mi caso cuando no hay nadie que me pueda entender tal cual, siempre va a estar la música.
Es mejor mostrar siempre a los demás la alegría que tenemos y disfrutar los lindos momentos de la vida en compañía y guardarnos el dolor para compartirlo solo con nosotros mismos y así
encontrar dentro de nosotros nuestras propias soluciones, nadie nos va a entender mejor que nosotros mismos ni va a sufrir el dolor que sentimos porque es solo nuestro. ¿Será que muchas veces soy masoquista por querer disfrutar mi dolor en soledad? Creo que muchas veces ese dolor es necesario.