El reencuentro con la ilusión. SIEMPRE aparece aunque no sea llamada. Debemos aceptar que todos somos un poco masoquistas, no siempre físicamente. Nos atrae todo lo que nos causa dolor, queremos lo que no se puede tener y si lo obtenemos ya no lo valoramos.
Cuando uno de afuera observa puede ver las cosas claramente, ya que lo hace de forma objetiva, sin inclinarse hacia ningún lado. Cuando uno ve las cosas desde a dentro siempre quiere tener la razón o al verlo desde su punto de vista siempre se fija en su beneficio y no en el dolor del otro o en la verdadera causa.
Es linda la ilusión, es la esperanza que te hace sentir que cada día estás más cerca de tu objetivo pero cuando se rompe duele demasiado, en el momento en que te enfrentas con la realidad y te das cuenta que estas viviendo una mentira ese es el momento en el que surge el cambio, si no querés romperte nuevamente la cabeza contra esa maldita pared decidís aceptar esa realidad y tener un nuevo comienzo, el cual no es nada fácil sino que tenés que luchar contra esos sentimientos que te van comiendo por dentro. Es el punto en el que creces, es cuando ese dolor que fue tan horrible hizo algo bueno por vos, es esa luz detrás de toda la obscuridad, finalmente es ese no hay mal que por bien no venga”.